miércoles 03/08/2016
Olarticoechea y sus sueños, contado por la misma familia
Saladillo es una ciudad del interior de Buenos Aires con 30 mil habitantes, y como todo pueblo que se precia chico y grande a la vez, lleva en su paisaje la plaza principal, la iglesia, la municipalidad, el Banco Provincia, la oficina de correos, una vía que ya no tiene tren alguno… Y los comercios más conocidos, en este caso, el diario La Mañana, y en los picantes partidos de fútbol, Huracán y Argentino, dos marcas registradas del lugar.
En estos días el diario deportivo Olé fue al domicilio de los Olarticoechea, en la previa a los Juegos Olímpicos, donde el “Vasco” hará su debut como entrenador de la Albiceleste después de su campeonato de México ’86 y subcampeonato de Italia ’90 donde batalló hasta quedar en el corazón de la gente.
Julio Jorge lleva 38 años junto a su amada Gloria, y dos hijas: Johana, de 25 (quien está en la foto de esta nota), y la mayor Gisela, de 33, que se fue a Capital Federal a los 18 para recibirse de licenciada en Turismo.
A continuación, algunos extractos de lo que declaró Gloria, la mujer del ídolo.
“Nos conocimos en la pileta del Club Argentino, en el verano del ’78; él era un poco tímido, no me encaró de una… ¡y ya estaba en Racing!, así que todas las chicas de Saladillo le estaban atrás. Se podría decir que le costó tanto como armar la lista para los Juegos”.
“¿Bilardo? Lo que era ese hombre, por favor. Yo te juro que me lo nombrabas y veía al diablo. Llamaba a casa a las 4 de la mañana”.
Por su parte, su hija menor, escribió ayer en el Facebook: “Cuando tuve que escribir en tu libro conté que desde chico supiste lo que querías, que a los 14 años te fuiste buscando ser feliz haciendo lo que amabas, dejando a tu familia pero lleno de sueños y esperanza, atravesando duros momentos, que te hicieron más fuertes y gracias a tu esfuerzo y trabajo pudiste llegar a lo más alto!!! Para mí sos más que un campeón del mundo, sos un campeón de la vida !!!”
Entre otras intimidades, vale remarcar que en Saladillo y de pibe no lo llamaban “El Vasco”, sino “El Peta”, porque a su padre se lo apodaba Petaca.
Se retiró con la camiseta de Mandiyú en 1992, luego de recorrer el mundo con una pelota, y se decidió a volver al pago. Allí se sintió realizado con el hecho de hacerle la casa a sus viejos.
No tiene recuerdos de camisetas en su hogar. Las regaló a todas. Vive cantando. Es feliz. Un secreto de familia de un auténtico tipazo.